Formación
Estigma Educacional
Este punto nos muestra dos formas en que el niño responde al patrón tradicional de la educación a menores:
Hago lo que otros quieren
Los padres, el maestro, el padrino, el sacerdote, los hermanos y en ocasiones hasta la servidumbre...
Esta forma de actuar del niño ante la educación o el mandato de los adultos le resulta muy conveniente porque es suficiente que obedezca a ultranza todas las órdenes o indicaciones de los adultos para ser calificado como un buen niño, bien educado y hasta premiado y reconocido por ésto, sin embargo a la postre la vida le cobrará esta actitud pues cuando llega a adulto en la gran mayoría de los casos la persona es sumisa, sin voluntad y sometida.
Hago lo que yo quiero
Marginado, agredido, regañado, castigado...
Esta forma de actuar es distinta a la anterior y lleva al niño a hacer lo que él quiere y no lo que se le ordena, llegando a veces a actuar en forma opuesta a la ordenada, esto hace que con frecuencia caiga en errores que resultan de gravedad.
A los ojos de los adultos este niño es un rebelde, un inadaptado y generalmente es rechazado por su actitud, pero a pesar de las consecuencias de esto, en el tiempo la persona aprende a decidir por sí solo y a ser libre, aunque siempre vivirá en una profunda soledad pues nadie está dispuesto a compartir las consecuencias de esta actitud ni a pagar el precio de esta autodeterminación.
Es necesario encontrar un punto de traslape en estas áreas de actuación para que el niño reciba la guía necesaria del adulto, pero a la vez cuente con un marco de libertad que le permita manifestar sus ideas, preferencias y valores.